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Estudio revela venta de 92 sabores de coca machucada en 2 mil sitios del eje

Un estudio realizado por la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) identificó que gran parte de los consumidores de hoja de coca todavía adquieren el producto de forma tradicional, mientras la oferta de “coca machucada” se incrementa en la región metropolitana de Cochabamba, desde Sipe Sipe hasta Sacaba.

Los hallazgos forman parte del “Estudio urbano de la coca” desarrollado este año con apoyo de 150 estudiantes de la facultad de Ciencias Económicas de la institución. Los datos fueron obtenidos a través de la aplicación de 2.429 encuestas a comerciantes de hoja de coca. (Vea la infografía).

Entre los resultados a destacar se encuentran que hay al menos 2 mil puestos de venta, de los que sólo 568 cuentan con registros, carnets y guías. El 58 por ciento vende el producto en una tienda de barrio, el 19 por ciento en licorerías, el 10 por ciento en mercados seccionales, el 6 por ciento en las calles y en proporciones mucho menores lo ofertan en centros de abasto u otros lugares.

Del total de vendedores, solamente el 46 por ciento oferta el producto como coca de hoja hojeada; el 35 por ciento, hoja machucada; el 18 por ciento, hoja rameada, y el 1 por ciento, como molida.

Asimismo, se menciona que el 71 por ciento de la coca ofertada procede de La Paz, un 11 por ciento del trópico de Cochabamba , un 7 por ciento es mezclada, incluye un porcentaje de coca chapareña y paceña, y un 2 por ciento está catalogada como especial, es decir, tiene un origen distinto a las otras mencionadas.

La investigación además enfatiza que el mercado urbano logró “bases culturales de consumo, con adecuaciones de acuerdo a las exigencias de los clientes”; situación que motiva a los comercializadores a elaborar un producto a “gusto de todos”.

El consumo se da por recreación y para trabajo bajo la práctica del pijcheo, así como se utiliza para uso medicinal y religioso, de acuerdo al estudio.

Otro aspecto que llama la atención es que en el departamento se detectó la existencia de alrededor de 37 marcas conocidas de coca machucada, situación que evidencia que la comercialización de este tipo de producto beneficia a vendedores, trabajadores seleccionadores, mezcladores y machucadores, quienes se encargan de mezclar, embolsar y procesar la coca. En algunos casos, inclusive cuentan con servicio de “delíveri”.

Otro elemento interesante es la cantidad de sabores que se ofrece. En total, se identificaron 92, entre los que resaltan: café, menta, limón, estevia, maracuyá, chocolate, capuchino y banana.

Más datos

¿Qué pasa con los costos? Suelen variar de acuerdo al tipo de producto y la cantidad. El 40 por ciento de los vendedores tiene bolsas de coca hojeada desde los 5 bolivianos (Bs); un 36 por ciento, de Bs 10; mientras otros cobran por lo mismo Bs 15; un 8 por ciento, Bs 20, y un 5 por ciento, Bs 25.

En tanto, si se trata de coca machucada, los precios difieren porque el producto se puede encontrar desde los Bs 10 en el 69 por ciento de los puestos de venta, en Bs 15 en el 15 por ciento y en Bs 20 en el 6 por ciento. Así también otro 6 por ciento lo vende a Bs 5 y solamente el 4 por ciento a Bs 25.

Entre los motivos para hacer coca machucada está una petición de los clientes, para mejorar el sabor, con el propósito de que el producto sea más suave y con el objetivo de que haga un mejor efecto al momento de bolear.

¿Quiénes son los clientes más asiduos? El equipo de investigadores halló que la mayoría de las personas que adquiere la coca machucada no se dedica a un rubro en específico; mientras que un 25 por ciento son transportistas; un 22 por ciento, albañiles; un 11 por ciento, comerciantes; un 4 por ciento comprende a estudiantes, y un 3 por ciento representa a jubilados.

Ante el aumento de consumo de coca machucada, se advierte adicionalmente de algunos riesgos a los que están expuestos los compradores: la adicción, si consumen en forma recurrente y diaria, lo que podría derivar en complicaciones en su salud bucal. 

Las combinaciones de aditivos que se hacen sin control del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) ni supervisión del estudios de laboratorio ponen en duda la calidad del producto que se consume. 

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