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Rodrigo Paz recibe los bastones de mando político, militar, policial y espiritual

“Dios, familia y patria”, con esa frase Rodrigo Paz Pereira abrió un nuevo capítulo en la historia de Bolivia al jurar ayer como presidente número 68 del país en la Asamblea Legislativa Plurinacional, en la ciudad de La Paz.

Acompañado por su familia, el vicepresidente Edmand Lara, parlamentarios, exmandatarios y representantes de más de 50 delegaciones internacionales, Paz recibió la banda y la medalla presidenciales, símbolos que marcan el inicio formal de su mandato. 

Durante su primer discurso como jefe de Estado, planteó un ambicioso plan de reformas que abarca los ámbitos judicial, económico, productivo, educativo y tecnológico, además de políticas para el turismo y el medio ambiente.

Tras la ceremonia en el edificio legislativo, el mandatario se trasladó a la Plaza Murillo para recibir los bastones de mando, los cuales representan la autoridad política, militar, policial y espiritual del Estado boliviano. 

La entrega de estos símbolos es uno de los momentos más significativos de la transmisión de mando, ya que reconocen al presidente como comandante de las Fuerzas Armadas y jefe de la Policía, así como su vínculo con la autoridad tradicional y espiritual del país.

A diferencia de los gobiernos anteriores del MAS, que habían distanciado al Estado de los rituales católicos y ancestrales, Paz optó por acudir a la Catedral Metropolitana de La Paz para recibir la bendición de su fe católica. El acto religioso fue presidido por monseñor Jesús Juárez, arzobispo emérito de Sucre, quien aseguró que los bastones deben servir no para oprimir, sino para liberar a la nación de la injusticia, la pobreza y la división.

“Que al levantar este bastón, como Moisés lo hizo ante el Mar Rojo para abrir un camino hacia la libertad, tú, querido Rodrigo, tengas discernimiento, fuerza, fortaleza y sabiduría para guiar nuestro pueblo”, expresó Juárez, quien bendijo tanto al presidente como al país. Durante la ceremonia, los bastones de mando fueron purificados con agua bendita, convirtiéndose en símbolos de servicio, poder y esperanza cristiana.

Luego de recibir la bendición, el presidente fue saludado protocolarmente por la Policía Nacional, recibiendo otro bastón que reafirma su autoridad sobre la institución del orden. Posteriormente, junto a su familia y al vicepresidente, se dirigió al Palacio Quemado, donde recibió a los invitados internacionales, se realizaron las fotos oficiales y se celebró un almuerzo con actividades bilaterales. Paz gobernará desde este histórico edificio, dejando atrás la Casa Grande del Pueblo, construida durante el mandato de Evo Morales.

La agenda oficial del primer día de gobierno concluyó con un saludo a la ciudadanía desde el balcón del Palacio Quemado en la Plaza Murillo, mientras que para este domingo se prevé la posesión de los ministros y la primera sesión de gabinete.

Con esta transmisión de mando, Bolivia inaugura un nuevo ciclo político en el que se combinan tradición, fe y autoridad institucional. La ceremonia de los bastones de mando y la bendición religiosa, retomada después de casi dos décadas, simboliza un regreso a la simbología oficial del Estado, mientras que el discurso y las reformas anunciadas reflejan un compromiso con la modernización, la unidad nacional y la recuperación del rumbo del país.

Rodrigo Paz asume así con expectativas altas y una agenda ambiciosa, enfrentando desafíos económicos, sociales y políticos que marcarán su gestión, mientras proyecta una imagen de liderazgo basada en la autoridad legítima, la fe y el servicio al pueblo boliviano.

 
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