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Samaipata sigue bajo el lodo y La Asunta alista declarar emergencia

Samaipata sigue limpiando lodo con las manos, con palas donadas, con lo que se pueda. Agricultores que lo perdieron todo observan sus huertos destruidos. Familias buscan documentos, ahorros, fotos, cualquier rastro de lo que fueron sus vidas antes de la riada.

En Achira, una de las zonas más golpeadas, Ingrid Deisy Banegas recorre lo que queda del hogar de su tío. Señala un espacio donde sólo se ven troncos y barro: “Aquí era la cocina”. Más adelante, donde antes se levantaba un dormitorio, ahora solo hay un vacío lleno de piedras y silencio.

Su tía, Ramona, dormía ahí cuando la quebrada se desbordó. “Mi tío le gritó ‘Ramona, Ramona, levántate’, pero una viga cayó y le aplastó el brazo. No tuvo tiempo de ayudarla”, relata Ingrid, con la voz entrecortada. Desde entonces, la familia, vecinos y voluntarios la buscan sin descanso. “No perdemos la esperanza de encontrarla”, repite Ingrid. Es lo único que sostiene a la familia en medio del caos.

El desastre no sólo golpeó a las familias. También dejó a Samaipata prácticamente aislada.

A la caída de caminos y el lodo que bloqueó las rutas se sumó un hecho inesperado: la rotura del oleoducto Santa Cruz–Samaipata, provocada por las lluvias y la caída de un árbol.

Mientras YPFB realizaba reparaciones, largas filas de vehículos comenzaron a acumularse en el ingreso desde Mairana. Transportistas varados pedían un paso provisional; otros simplemente aguardaban sin saber si lograrían continuar hacia Sucre o regresar a sus comunidades.

Las llantas hundidas en el fango, los motores apagados y la fila interminable de camiones se convirtieron en otra imagen de un territorio paralizado.

El ministro de Defensa, Marcelo Salinas, llegó a Samaipata y describió el panorama como “triste y devastador”. Anunció el despliegue de maquinaria pesada para limpiar derrumbes y permitir que, al menos, la carretera principal sea transitable.

Los trabajos avanzan contrarreloj. “La carretera a Samaipata estará transitable”, aseguró el ministro, aunque reconoció que la magnitud del desastre supera los esfuerzos actuales.

Mientras tanto, cisternas, brigadas de rescate y personal de emergencia se mueven entre lodo y rocas, intentando restablecer un mínimo de normalidad.

Brigadas médicas del Ministerio de Salud se desplazaron a Achira, Cuevas y en un albergue improvisado en el comando de incidencias atendieron infecciones respiratorias, diarreas, dolores musculares y casos de descompensación entre personas que caminaron kilómetros para huir del agua o buscar ayuda.

Una brigada móvil recorre casa por casa, enfocada especialmente en los adultos mayores.

“Tenemos dos ambulancias para emergencias y derivaciones al Hospital de Mairana”, informaron.

También atienden a los bomberos y voluntarios que trabajan entre frío, humedad y escombros.

Emergencia en La Paz

Las persistentes lluvias que cayeron en las últimas horas provocaron desbordes, mazamorras y el colapso de caminos en comunidades del municipio de La Asunta, en el norte de La Paz, donde más de 50 familias están damnificadas.

La Alcaldía dio a conocer que se alista una declaratoria de emergencia y pidió apoyo de la Gobernación y el Gobierno central para evitar mayores pérdidas materiales y salvar las viviendas afectadas.

Los municipios de Tipuani y Caranavi también son afectados por las lluvias y el desborde de ríos en el departamento de La Paz.

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