84 grupos autóctonos muestran con danza, música y vestimenta su riqueza cultural en Urkupiña
Al menos 84 grupos y comunidades de diferentes regiones del país mostraron ayer su riqueza cultural a través del baile, la música y vestimenta en la XXV Entrada Autóctona.
Como cada año, los danzarines derrocharon color y alegría en el recorrido que realizaron desde la avenida Martín Cárdenas hasta el atrio del templo San Ildefonso, en la 15 de Agosto, para agradecer por las bendiciones recibidas y pedir favores a la Virgen de Urkupiña.
Este fue el caso de Florinda Alejandro, una devota que llegó de la comunidad de Vilaque a Quillacollo para participar de la entrada junto a otros 34 pobladores para bailar una zampoñada.
“Las mujeres bailamos y cantamos, mientras que los hombres nos acompañan tocando los instrumentos, nosotros somos el grupo Juventud Vilaque de la provincia Poopó de Oruro, nuestra danza se caracteriza por un ritmo lento pero alegre que se toca especialmente en época de invierno”, explicó.
Salud, estabilidad económica y trabajo son algunos de los pedidos que impulsó a los feligreses de comunidades del departamento de La Paz y de la zona andina de Cochabamba a peregrinar con sus atuendos e instrumentos musicales típicos con fe y devoción.
El presidente de la entrada, Juan de Dios Espinoza, remarcó que el evento es un espacio para que las comunidades y las personas puedan mostrar la diversidad cultural de Bolivia.
“Las comunidades indígenas y campesinas solían venir una semana o tres días antes de la fiesta y tocaban toda la noche en la plaza 15 de agosto para la Mamita de Urkupiña, esa era antes la tradición, pero después de 1970 se los empezó a relegar porque comenzó a cobrar más fuerza la entrada folklórica, pero en el 2000 nos hemos organizado nuevamente”, contó.
Espinoza mencionó que hace 25 años solamente se contaba con 13 grupos autóctonos, pero el interés de la gente hizo que la entrada vaya creciendo año que pasa.
Entre las danzas más representativas se encuentran las sicureadas, moseñadas, pinquilladas, tarqueadas, wititis, chicheños y el pujllay, según los organizadores. En un recorrido se constató que la mayoría de los grupos está compuesto por un número reducido de integrantes, que emplea instrumento de viento y percusión para interpretar los ritmos de los bailes.
Otro aspecto que llamó la atención de los espectadores fueron los atuendos de los participantes debido a que las mujeres generalmente utilizan polleras y blusas de colores vivos, mientras que los varones están ataviados con fajas, sombreros, chaquetas y ponchos.
Aunque cada versión los organizadores se esmeran para realzar con carros alegóricos la entrada, la debilidad continúa siendo el bache que se genera entre los grupos, de acuerdo a un recorrido realizado.
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